La palabra Brandy procede del holandés “BRANDWIJIN” que significa literalmente “vino quemado”. Brandy es, por tanto, un termino genérico que se utiliza para denominar los aguardientes transparentes, es decir, los productos alcohólicos que resultan de cocer vino recién fermentado, incluidas las lías y las heces, y de condensar, despreciando el agua, sólo los vapores alcohólicos.
El origen del consumo de brandy se atribuye a los holandeses. Estos europeos avezados comerciantes, descubrieron que podían abaratar los costes de transporte si el vino era previamente destilado, ya que ocupaba menos espacio en los barcos. Además, en tanto que el vino resultaba muy propenso a sufrir alteraciones de origen microbiológico, el brandy, dado su alto contenido en alcohol era resistente a tales enfermedades. Cuando la mercancía llegaba a su destino, únicamente había que añadir agua y los residuos sólidos de la destilación. Así se conseguía un vino distinto del original pero agradable para los rudos marineros que frecuentaban las tabernas de los puertos.
Actualmente, existen brandies muy diversos y la producción de estos destilados se extiende prácticamente por todo el planeta; bastante de ellos contemplan zonas vitícolas, denominación, apelación y nombre propio, lo que supone especificación de uvas, vinos, tierras, destilación, envejecimiento, y demás.